martes, 10 de febrero de 2015

Peñalara me regala soledad


En este invierno de temporales, cualquier paréntesis entre ventiscas es bienvenido. En uno de ellos, me acerco a La Granja de San Ildefonso.


La Atalaya desde La Granja


Hay nieve en las calles, pero no tanta como en la cordillera cantábrica.

Además, la gran afición a la montaña que se respira en este rincón segoviano ha abierto huella en los caminos del bosque.

Como ha caído mucha nieve en los últimos días, la idea es no correr ningún riesgo, evitando para ello pendientes empinadas. Descarto, pues, la subida directa desde Aranguez, y decido ascender desde el puerto del Nevero siguiendo la cresta.


En la parte alta de la tapia de los jardines. Al fondo, Siete Picos, Montón de Trigo y la Mujer Muerta.


Subo pegado a la tapia de los jardines, cruzo el arroyo Morete y, por el pinar nevado, voy en busca del arroyo de los Carneros.


El bosque, con la huella perfectamente marcada, entre los arroyos Morete y Carneros.

A la derecha queda la Silla del Rey.


Sigo subiendo a la orilla del arroyo del Cañón, paso por Raso del Pino y, poco a poco, voy saliendo del bosque.


Saliendo del bosque. Al fondo, el cerro Claveles.


El curso de la Chorranca, completamente tapado por la nieve, me guía hasta el puerto del Nevero o Quebrantaherraduras.


El puerto en el horizonte.


El viento del sureste comienza a dejarse sentir y el frío es cada vez más intenso.


La huella busca la cima por la ladera noroeste de Peñalara.


Tirar por la cresta, como tenía previsto, puede convertirse en un suplicio helador. Así pues, cambio de planes y, buscando la protección de la pendiente, continúo ascendiendo por la ladera de sotavento, algo por debajo de la divisoria.


La pendiente noroeste de Peñalara tiene un desnivel de 500 metros desde Aranguez.


El hielo alterna con pequeñas placas de viento, pero parece que la nieve está bien consolidada.



La amenaza del viento me aguarda en la cima.


En la cumbre no hay nadie. Me doy cuenta de que tampoco me he encontrado a nadie en el largo camino de subida.


La solitaria cima de Peñalara. En el horizonte, los montes Carpetanos.


El persistente viento sopla con velocidades que oscilan entre los 50 y los 70 kilómetros/hora, y la sensación térmica alcanza -17º.


Cabezas de Hierro desde la cumbre.


Con esas condiciones meteorológicas y dado el estado de la nieve en la ladera noroeste, considero que lo mejor es bajar directamente a Aranguez.


Ladera nororeste de Peñalara.

En Aranguez las rachas de viento también se dejan notar.


La pendiente no plantea ningún problema y me pongo rápidamente en las inmediaciones del chozo Aranguez.

Hasta el pequeño refugio llega la marcada huella que viene de La Granja.

La sigo y, tras vadear la Chorranca, enlazo con el itinerario de subida.


El arroyo de la Chorranca.

Llego a La Granja sin haberme cruzado con nadie en las ocho horas de la excursión.





Quizá también le interese visitar mi página web: www.endefensadelasmontanas.com

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